Domingo, 9 de marzo de 2014
La inflación está en la oferta
Matriz Ecónomica
Por Ricardo Romero
Nuevamente, los agoreros monetaristas vienen con
sus diagnósticos neoclásicos y sus recetas neoliberales. Simplificadamente
sostienen, como dictamen indiscutible, que el problema inflacionario es el despilfarro
de gasto público que lleva al gobierno a la emisión monetaria sin respaldo y la
respectiva tendencia inflacionaria. Sencillamente un exceso de demanda que se
corrige con ajuste a la misma para readaptarla a la oferta. Esta prédica
monocausal parte de un razonamiento a-histórico que no contextualiza
situaciones en los cuales esta relación carece de valor explicativo o no ve las
causas de la inflación.
Es que la relación del gasto con el déficit
fiscal depende también de la capacidad de recaudación o de endeudamiento del
Estado y a su vez de la oferta, o sea su capacidad de reacción ante la demanda.
Este sencillo planteo permitiría pensar otra salida: incrementar la oferta u
obtener nuevos recursos fiscales, sencillamente para evitar los flagelos
sociales que implica una reducción presupuestaria, variable que los economistas
de cuño liberal consideran exógena. Por otra parte, este vulgar razonamiento
evita analizar problemas de tipo estructural de la economía, que realmente son las
causales de la Inflación.
No se puede pensar la estructura de precios de la
economía argentina sin considerar el sector externo, que como productora de
alimentos y tomadora de precios internacionales está condicionada por el tipo
de cambio y los vaivenes del mercado internacional. Para colmo de males, el
sector exportador, que provee las divisas, es diferente al importador que las
demanda, generando presiones sobre la apropiación de beneficios, propiciando la
devaluación o el traslado de precios internacionales al mercado local, que al
poder colocar la producción en el exterior poco le preocupa que se reduzca el
consumo interno.
Por eso, es correcto tratar de buscar acuerdos
para cuidar los precios; sin embargo, en el largo plazo, a fin de evitar
esquemas espiralados que provoca la puja distributiva, pero es necesario
repensar la estructura productiva agraria, algo que supere el mecanismo de
retenciones, que en definitiva termina siendo evadido o cuestionado por ese
poder concentrado. De hecho, ahora se impuso un sistema de tipo de cambios
múltiples (oficial, turismo, ahorro, liqui, no-oficial), un instrumento
interesante para orientar los intercambios internacionales.
Obviamente cambiar la matriz económica implica un
problema de poder, que parte de una visión donde necesariamente sostiene que se
debe avanzar en la regulación del comercio exterior y en la responsabilidad del
Estado de garantizar la producción de alimentos de nivel básico para millones
de argentinos que terminan perdiendo ante el voraz accionar monopólico, real
causa de la inflación. La economía política deja paso a la política.